martes, 14 de enero de 2014

¿Por qué sentarse a mirar una pared?

Cuando esta existencia me ofreció la oportunidad de acceder a información intelectual sobre la práctica de prestar atención, quise aprender bien el cómo y el por qué de dicha práctica. Busqué y rebusqué en la lectura sobre la filosofía oriental y sus diferencias con la occidental, leyendo a Platón y a Kant, a Nietzsche y a Dogen, entre otros. Una vez la comprensión intelectual me hizo entender que a pesar de los conocimientos adquiridos no iba a saber qué era la práctica, decidí un año después, sentarme e intentar adquirir la posición del Buda.

Lo primero que me vino a la cabeza fue la dificultad de tal postura, totalmente enajenada y desencajada. No había forma de ponerme adecuadamente. Pensé que mi cuerpo no tenía la elasticidad adecuada a tal postura y conseguí una serie de ejercicios para que las piernas fueran ejercitándose y adaptándose a la postura y las rodillas doblaran adecuadamente. Sabía que la postura del loto completo me iba a ser difícil de conseguir, pero no me importaba pues el medio loto era una buena meta. Y en esas primeras meditaciones fue cuando me di cuenta de que nuestro cuerpo no está separado del resto de nosotros. Nosotros somos el cuerpo, además de muchas otras cosas (o ninguna). Y tal como esta existencia iba relajando mi conducta, gracias a la meditación y también a la misma existencia que a veces "impone" irremediablemente, la postura del Buda iba limándose, suavizándose y como un tallador con un trozo de madera, aparecía de forma automática ante mis sentidos. Ya no estaba forzada, era "casi natural". Esto me hizo comprender no intelectualmente que la postura y la forma que vivimos nuestras vidas están íntimamente relacionadas.



Así pues, siete años después sigo sentándome. Siempre es la misma pared. Los dolores mientras me posiciono y al acabar la sesión no se han marchado. No se si algún día dejaré de tenerlos, pero no me importa en absoluto. Mi nivel de "agarre" a la meditación no ha aumentado ni reducido. No debe ser una práctica obligada ni planeada (no para un practicante secular), a mi entender. Pero tampoco debe haber excusas para no hacerla (ocurre mucho, cuando se tiende a pensar que la meditación es una meta). Lo importante para mi es realizarla "correctamente", aunque por carecer de maestro es posible que mi corrección no sea la mejor de las correcciones. Y por supuesto, la meditación no es la práctica. No comulgo con la idea de que "Zen es zazen". Creo que la atención consciente en todo momento y lugar (algo imposible) es algo que aparece naturalmente, de forma espontánea y sin esfuerzo y es "la verdadera práctica".

Pasados estos años, no he adquirido ningún conocimiento concreto ni intelectual sentándome en zazen.
Zazen no me ha dado nada, por que ya lo tenía todo. No hay premio, no hay recompensa para el ego.
La práctica no me ha hecho mejor persona ni peor. La práctica no me ha beneficiado en nada.
Sin embargo, mi vida es mejor ahora. Las frustraciones van desapareciendo, aunque siempre debe haber frustraciones. Los problemas que nos parece que "nos ocurren" se van disipando, aunque siempre debe haber problemas. La ansiedad que siempre he tenido y que es el resultado de una mezcla entre mi conducta y mi química, por momentos se apacigua. Aunque siempre seré una persona ansiosa.

Cuando muera, no habrá diferencia entre un muerto no practicante y yo. Iremos al mismo sitio.

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7 comentarios:

  1. Hola que tal?
    Despues de algunos años practicando, el zazen me ha dado algo. Ahora tengo el culo plano :-)

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  2. Bromas aparte, quería saludarte Maikeru. Un fuerte abrazo lobo solitario :-)

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  3. Muchas gracias, Pedro. Un saludo para ti también. Tienes un blog muy interesante y suelo leerlo a menudo. Lo voy a poner en la lista de lecturas para que mis seguidores lo conozcan. Un abrazo.

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  4. Vale :-) enlazados estamos. Un abrazo Maikeru

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