Cuando un ateo piensa en religiones, siempre lo hace de modo que todo tipo de ellas aluden a un Dios, así que desde esa postura es muy sencillo clasificar a toda la amalgama de creyentes como personas con pocas luces símplemente porque todos piensan que su Dios es el bueno y el único.
Pero esa forma de pensar es el resultado de una ignorancia que está más allá de lo que hoy día debiera estar permitido (no se me molesten mis amigos ateos), porque el mismo ateo suele confiar ciegamente en las palabras de Stephen Hawking como si fuera el papa hablando sobre Dios, cuando en realidad éste y otros científicos sólo tienen algo que las iglesias nunca tendrán: se actualizan constantemente con lo que las probabilidades de error en los cálculos disminuye notablemente.
Efectivamente, no hay mucho de realidad en la ciencia si nos basamos en sus inicios hasta este momento. Una vez metidos en harina, nos damos cuenta de que es una suerte de teorías que van y vienen y sólo unos pocas pruebas empíricas, siempre basándose en la capacidad de nuestros sentidos para determinar la realidad. Pero... ¿y todo aquello que no captan nuestros sentidos?
Para eso está la teoría, las formulas imposibles, que siempre pueden cambiarse.
Con esto no quiero hacer una defensa del teísmo en todas sus formas, porque me parece tan complicado creer en Dios tal como estas religiones nos quieren hacer ver, como creer en una tostadora gigante que enciende el mundo con su calor.
¿Es posible que nuestro problema radique en la imagen de Dios que nos han querido inculcar?
Creo firmemente que si la imagen de Dios, de cualquiera de ellos, hubiera sido correctamente tratada por los encargados de transmitirla, no existiría el ateísmo. Porque, reconozcamos que éste es un verdadero coñazo, ya que sólo existe desde la negación del resto de creencias:
- Oye, Pablito, cómo te sientes bien?
- Metiéndome con los demás.
Eso es el ateísmo, una feroz lucha contra el resto de creencias que están tan a gusto en su papel, y una profunda fe ciega en la ciencia como salvadora de la humanidad. Por ejemplo, una de las últimas frases de Hawking ha sido: "El universo no necesitó ayuda de Dios para existir".
Esta frase engloba no sólo la falta de sabiduría de un tipo muy inteligente, sino que sólo cabe preguntarnos si en el momento de concebir la frase estaba acabando algún libro y quería promocionarlo (lo mejor para promocionar un libro de alguien como él es decir alguna sandez).
El problema siempre ha sido esa imagen de Dios que nos han vendido (si, vendido) las religiones teístas. Pero si miramos un poco a la India, nos damos cuenta de que cambiando nuestra idea de Dios, cambia el panorama, las preguntas, el paradigma.
Brahma
Brahma significa "evolución, desarrollo". Y si miramos la wikipedia y leemos "es el Dios creador", ésta afirmación sólo es válida si pensamos en que es mitología, una imagen de Dios que pueda ser percibida por los hombres como algo coherente. Pero eso lo sabe cualquier creyente en la India. Todo el mundo sabe que Brahma es uno mismo, todos y todo.
La frase de Hawking hubiera tenido más sentido si no hubiera separado a Dios del universo.
Yo hubiera dicho: "Dios necesitó ayuda del hombre para existir como universo".
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miércoles, 23 de septiembre de 2015
lunes, 21 de septiembre de 2015
Las capas.
En varios artículos de este blog se ha explicado ya sobre esto de "las capas de abstracción" pero no quiero dejar pasar esta nueva oportunidad de explicarlo, siendo este tema muy visitado y controvertido, por lo que parece por los comentarios en dichos artículos.
La capa consciente.
Cuando nos referimos a algo, a alguien, cada cosa que pensamos y cómo nos manejamos en este mundo aparente, aparece en la capa consciente del ser humano. Es la capa más superficial, la de los sentidos y la percepción, la del "yo" condicionado por dichas experiencias sensitivas y por la propia mente deambulante entre tiempos pasados y futuros. En esta capa se sufre y se disfruta según las cosas que le ocurren a esa entidad definida por la mente como ego (imagen de sí mismo) y se relaciona directamente con la segunda capa, la capa del subconsciente.
La capa subconsciente.
Como diría Jung, el subconsciente dirige nuestras vidas desde una relativa oscuridad, desde las sombras. Las acciones y conductas conscientes que tenemos, tuvimos y tendremos, están íntimamente relacionadas con este subconsciente que debe reaccionar ante nuestros actos y pensamientos conscientes, aunque estas reacciones a veces no sean entendidas por nosotros mismos y debamos acudir a un psicoanalista para que nos traduzca al lenguaje consciente lo que el subconsciente nos quiere dictar.
La capa inconsciente.
Esta capa de entendimiento es totalmente opaca a nuestro entendimiento formal, con lo que no tenemos manera de poder acceder a ella ni desde la capa consciente ni desde la traducción del subconsciente. Un terapeuta no puede ayudarnos a entenderla así que no sabemos si esta capa está o no relacionada con las otras dos. Es invisible a nuestros sentidos, a nuestra mente consciente y subconsciente y eso hace que no sepamos nada sobre ella, ni siquiera la propia existencia de ésta.
Pero si existiera, tal como Jung pensaba, sería la capa de entendimiento de la realidad del mundo. No sería una capa "en propiedad" tal como sucede con las capas anteriores, sino que esa capa no tendría entidad (el inconsciente colectivo de Jung), no sería mi capa ni tu capa porque en ese estadio no hay yo que tenga nada. Esta forma de entendimiento del universo es una idea que viene de oriente aunque muchos occidentales como Jung la estudiaron de forma hipotética.
Los Budistas y Taoístas creemos en esta capa y la llamamos "la verdadera naturaleza", Tao, Tathatà.
La capa inconsciente es abarcable a todo ser humano, todo ser vivo, todo ser muerto, toda existencia y no existencia, todo lo que ocurre y no ocurre, aquí y ahora, en este preciso instante.
Desde la capa consciente nos sentamos, contamos respiraciones y lo que ocurre cuando deja de haber un "yo" hasta que uno está de vuelta de nuevo, siendo un ego con sus circunstancias conscientes y subconscientes, eso es sólo un suceso inconsciente que no tiene explicación mental.
Lawrence Leshan habla sobre ello, aludiendo de algún modo a que la meditación (de todo tipo, no sólo zazen) reestructura las bases inconscientes de forma que los pilares que sustentan el resto de capas de entendimiento son reestructuradas, sanándolas, pero sólo es una teoría y por lo tanto una elucubración mental indemostrable.
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miércoles, 16 de septiembre de 2015
El sufrimiento y el concepto del yo.
Primero de todo, he de daros las gracias por la gran aceptación del libro. En escasos dos meses se han registrado un total de mil descargas/lecturas de él, con lo que sólo puedo alegrarme y felicitaros por la gran colaboración, por haber compartido en redes los enlaces y en general por el apoyo recibido.
Gracias desde el corazón a todos.
Los que no habéis tenido oportunidad de descargarlo, en la columna derecha he dejado el enlace permanente a todas las descargas.
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El sufrimiento y el concepto del yo.
Es importante reflexionar en la redacción de la Primera Verdad Noble. Está redactada de un modo muy claro: ‘Hay sufrimiento’, en lugar de ‘yo sufro’. Psicológicamente esa reflexión es un modo mucho más hábil de decirlo. Tendemos a interpretar nuestro sufrimiento como ‘yo estoy realmente sufriendo. Sufro mucho –y no quiero sufrir’. Este es el modo en que está condicionada nuestra mente pensante.
‘Estoy sufriendo’ siempre transmite el sentido de ‘soy alguien que está sufriendo mucho. Este sufrimiento es mío; he tenido mucho sufrimiento en mi vida’. Entonces todo el proceso, la asociación con el yo de uno y la memoria de uno, despega. Recuerdas lo que sucedió cuando eras un bebé…y así en adelante.
Pero observa, no estamos diciendo que hay alguien que tiene sufrimiento. Ya no es sufrimiento personal cuando lo vemos como ‘Hay sufrimiento’. No es: ‘Oh, pobre de mí, ¿por qué tengo que sufrir tanto? ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué tengo que envejecer? ¿Por qué tengo que tener tristeza, dolor, pena y desesperación? ¡No es justo! No lo quiero. Sólo quiero felicidad y seguridad’. Esta clase de pensamiento proviene de la ignorancia que lo complica todo y da lugar a problemas de personalidad.
Foto y modelo: Cristina Otero.
Para abandonar el sufrimiento debemos aceptarlo en la consciencia. Pero la aceptación en la meditación buddhista no es desde una posición de: ‘Yo estoy sufriendo’ sino más bien, ‘Existe la presencia de sufrimiento’, porque no estamos intentando identificarnos con el problema sino simplemente reconocer que hay uno. Es torpe pensar en términos de: ‘soy una persona malhumorada; me enfado tan fácilmente; ¿cómo me deshago de esto?’ –que dispara todas las suposiciones subyacentes de un yo siendo muy difícil tener alguna perspectiva sobre ello. Se vuelve muy confuso porque la percepción de mis problemas o mis pensamientos nos lleva muy fácilmente a la supresión o a hacer juicios sobre ello y a criticarnos a nosotros mismos. Tendemos a aferrarnos e identificarnos antes que a observar, atestiguar y comprender las cosas tal y como son. Cuando estás simplemente aceptando que existe este sentimiento de confusión, que existe la avidez o la ira, entonces existe una reflexión honesta sobre la forma en la que es y te has deshecho de todas las suposiciones subyacentes –o al menos las has debilitado.
Así que no te aferres a estas cosas como defectos personales sino sigue contemplando estos estados como impermanentes, insatisfactorios y sin entidad fija. Sigue reflexionando, viéndolos como son. La tendencia es ver la vida desde el punto de vista de que esos son mis problemas, y de que uno está siendo muy honesto y franco al admitirlo. Entonces nuestra vida tiende a reafirmar eso porque seguimos operando desde esa suposición errónea. Pero ese mismo punto de vista es impermanente, insatisfactorio y sin entidad fija.
‘Hay sufrimiento’ es un reconocimiento muy claro, preciso, de que en este momento hay una sensación de infelicidad. Puede oscilar desde la angustia y la desesperación hasta la irritación suave; dukkha no significa necesariamente sufrimiento severo. No tienes que ser tratado brutalmente por la vida; no tienes que venir de Auschwitz o Belsen para decir que hay sufrimiento. Incluso la Reina Isabel podría decir ‘hay sufrimiento’. Estoy seguro de que tiene momentos de gran angustia y desesperación, o al menos momentos de irritación.
El mundo de los sentidos es una experiencia sensitiva. Significa que siempre estás expuesto al placer y al dolor y al dualismo del samsara. Es como estar en algo muy vulnerable y recoger todo lo que entra en contacto con estos cuerpos y sus sentidos. Así es como es. Ese es el resultado del nacimiento.
- Ajahn Sumedho - "Las cuatro nobles verdades"
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