martes, 28 de octubre de 2014

El punto de no-fricción.

Hay una zona en toda persona al que llamo "el punto de zona roja" en el cual las ideas que suceden en tu cabeza en algunos momentos son flashes que, si interiorizamos un poco, nos avisan de "hasta dónde podemos llegar" y pasar de la simple idea a la acción es una cuestión totalmente ajena a mi entendimiento. Es cierto, no sé realmente (más allá del sentido común que suele desaparecer en esa zona) qué me impide realizar tales acciones que suceden en mi propia enajenación.
No tengo pudor en escribir sobre esto aquí, porque la mayoría de personas acceden a esa zona, aunque algunas de ellas traspasan ese "punto desconocido" y otras se quedan como yo, respirando.

También hay otro punto llamado por mí como "el punto de zona azul" en el que al contrario del ejemplo anterior, entramos en un estado de melancolía o desazón, de tristeza o desespero. En esta zona, también hay momentos en los que la alegría desmedida y sin explicación, la exaltación, la ansiedad o el abanderamiento del "yo" como máxima expresión te hace volar por las alturas, en una fiesta o reunión con amigos, contando "tus historias", experiencias que te han hecho "especial" y te metes ahí, en esa vorágine y te quedas perdido en ese punto azul, sin saber lo que haces realmente hasta que luego, alejado de esa zona, en otro momento del día, "despiertas" y te das cuenta de esos acontecimientos.



Pero el punto idóneo, en la zona más "existencial" por la que transito con más ligereza y espontaneidad, es ese punto "de no-fricción" donde no te apegas a ninguna idea, con lo que las observas pasar. No hay ira, ni ganas de reventar, pero si la idea de reventar. No hay lenguaje soez, ni avisos de violencia gratuita, ni hartazgo ni asco, pero veo claramente la idea pasar por mi mente.
También sucede en la zona azul, donde la idea de melancolía, desazón, alegría desmedida, ansiedad y sensación de un enorme "yo" pasa por mi mente sin ningún tipo de acercamiento, apego a la idea o ensimismamiento de la idea misma. 

Y es un punto en el que toda la maquinaria está lubricada, engrasada perfectamente, donde no hay "juego" entre los engranajes y nada está en un sitio diferente al que debe.

EQUILIBRIO.

Y todo es porque lo que ocurre en esos momentos, que no difiere de lo que ocurre en todos los momentos de la existencia, está claramente definido como algo que no me ocurre a mí, porque no hay un "yo". Así que este suceso que está ocurriendo en forma de idea en una mente, es algo que la naturaleza pone en su punto particular para expresarse, sin personalidad ni autoría. 

Por eso funciona tan bien!

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