viernes, 1 de julio de 2016

El miedo y las causas.

Una de los sentimientos o sensaciones que más me han impactado a lo largo de los años, ha sido el fenómeno del miedo. No quiero decir con esto que ya no lo tenga, pero con los años he aprendido a asimilar que es un sentimiento más, una idea insertada que nos ayuda a correr en caso de peligro, pero que no debiera condicionarnos cuando estamos sentados en el sillón. Curiosamente en este estado es cuando el miedo se apodera de una manera tan cruel que no podemos salir del círculo vicioso en el que nos envuelve.

Recuerdo que cuando era muy joven  tenía miedo a todo. Mi imaginación hacía el resto, con lo que era habitual pasar las noches en vela, sintiendo que me agarraban los pies e incordiando con mis gritos a mi padre, que tenía que levantarse temprano para ir a trabajar. Decidieron ponerme una pequeña luz en la habitación para poder mantener las noches con cierta tranquilidad.

Una vez crecí los miedos se volvieron cada vez más adultos. El miedo al fracaso, en las amistades, en el trabajo, con la pareja...

Y así uno vive con este sentimiento bien arraigado, hasta que por alguna razón hay un momento de consciencia, donde hay aceptación y donde hay cierta dosis de resolución (o revolución).
En ese momento los miedos abandonan su cometido, desaparecen, aunque no del todo. Pero aunque algunos miedos permanecen, ya no te aplastan ni te hacen sufrir más de lo íntimamente necesario. Luego pasan de largo, porque no hay nada que se quede en uno si ya sabes que "uno" no es una cosa rígida y estática. Ese "uno" es sólo una idea más, como la del miedo, una idea necesaria pero irreal.



¿Cuál es la causa de que aparezca la sensación?

Pues en muchos casos, como el mío, es la inseguridad del individuo. Donde hay inseguridad, hay miedo y donde hay una idea del "yo" muy arraigada, hay miedo. En muchos casos la psiquiatría intenta ofrecernos auntoestima, para que el miedo desaparezca, pero el Budismo trata algo más profundo. El Budismo no comparte la idea de valorar el ego más allá de la herramienta social, sino de darse cuenta de que es algo inexistente y por consiguiente desechable como algo real o consistente.
Así te das cuenta de que el miedo desaparece cuando no hay lugar donde aparcarlo. Si no hay un lugar donde resida, como va a poder permanecer?

Puede que el miedo aparezca, incluso la sensación pudiera ser atroz, pero cuando sabes que no perdurará, no hay posibilidad de que ese miedo te posea.

El miedo es inútil, no sirve para nada. Las cosas pasan, independientemente de la sensación. La sensación está de más salvo cuando aparece para alertar.
La sensación es sólo una sensación, un sentimiento, una idea.
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