Este fin de semana he tenido una experiencia de pérdida de un ser querido. Y resulta curioso cómo nos enfrentamos a ello de una manera u otra, dependiendo de nuestra educación, dogmas, percepción social y sobretodo, nuevos descubrimientos.
Mi experiencia con la muerte siempre ha sido lejana, por suerte. Salvo un par de experiencias, sigo teniendo a la "gente importante" en mi vida, pero este fin de semana una de esas personas ha dejado de vivir. Y en todo este momento, en este cúmulo de "cosas que hay que hacer" para llevar a buen puerto el "apaño" de un cuerpo muerto, no he dejado de pensar en nuestro principal problema como mentes pensantes: la identidad.
He estado repasando el recuerdo de estos años cuando he paseado por el campo y por mi afición a la fotografía "macro" he observado muy atentamente una flor espectacular, con una gran fuerza natural en color, tamaño y firmeza. Un par de días después esa hermosa flor estaba marchita, completamente seca. Y esa observación de la flor me lleva a pensar que ésta es idéntica a otra flor de un poco más allá. No es más especial una flor que otra y sin embargo sí es más especial una persona que otra. Tenemos recuerdos, vivencias que nos transportan al pasado y nos quedamos ahí parados metiendo nuestra cabeza en esa idea, en esos recuerdos. Y está bien, pero nos conduce a la frustración, a la pena.
Y con todo el cariño que le tengo a esa persona, hoy desaparecida, no puedo dejar de pensar que todo el asunto viene por ese "yo" que sigue en nosotros y que ponemos en los demás. Y ese "yo" no acaba en la muerte, sino que nunca existió!
Nunca hubo un "yo", tal como la flor. Y la flor ya marchita, que una vez brilló y lució sus colores, ahora está en modo "off" porque escribir sobre la muerte es escribir sobre la vida, y sin un "off" no podría haber un "on".
Y pensar que su alma quedará descansando en un sitio u otro o entrará en otra "funda" corporal es querer seguir manteniendo esa idea de "yo" hasta el fin de los tiempos sin querer que haya un "off".
Ya no está ahí, nunca estuvo. El ser ya no es. El cuerpo vivo ahora está marchito. La naturaleza sigue expresándose.
Pero no podré evitar recordar a mi familiar querido, sin dolor, dándole así en ese momento, un nuevo "on".
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OM MANI PADME HUM
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om mani peme hum
ResponderEliminar"recordar es amar" me dijo una amiga.
Gran entrada
un abrazo
Gracias Antonio, así es. Cuando recordamos, los volvemos a la vida por unos minutos. El problema es cuando pensamos que el recuerdo es la vida. Por eso debemos entender que no hay identidad, no hay sujeto sino verbo. Un abrazo.
EliminarQue difícil es poder contemplar esto ecuanimamente...
ResponderEliminarMuy difícil, Vicent. Un abrazo.
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