Han sido muchas las veces que desde estas páginas he escrito sobre la meditación en general y también sobre zazen, la meditación sedente que practico. Pero siempre he escrito de un modo superficial, puesto que nunca he pretendido llegar más allá en los datos que puedo dar a las personas que quieren iniciarse, para no liar la madeja y tampoco para las personas que ya son iniciadas o expertas, puesto que nada sé, no tengo ningún tipo de experiencia ni maestro y sólo hablo desde mi práctica y lo que leo de maestros e iniciados.
Dentro de esa propia experiencia y adquisición de conocimiento y siempre desde mi punto de vista personal, ahora he decidido dar un paso más y explicaros qué sucede después de la mera cuenta de respiraciones, un camino difícil de explorar pero imprescindible y que aparece, según mi opinión, de forma espontánea por la propia práctica.
Lo que voy a explicar es algo que muchos practicantes ya saben, pero muchas personas que se inician y a las que va dirigido este blog encontrarán interesante: cómo ha de comportarse uno, una vez ha practicado de forma eficiente la cuenta de respiraciones.
Ya sabéis que zazen se puede practicar desde varias posturas sedentes y todas son válidas, tanto la postura del loto (un cuarto, medio o loto completo) como la birmana, seiza, etc...
También es sabido que las rodillas deben tocar el suelo con la ayuda del zafu o cojín de meditación, que las manos forman el Hokkai Join o mudra cósmico donde los pulgares se rozan para "medir" el grado de tensión y que el mentón se recoge, la nuca mira al cielo, los ojos se entreabren y que pese a que al principio tal postura puede parecer una deformidad extraña e imposible, a medida que vamos realizándola a diario, se convierte en una forma natural de estar.
Todo esto ya lo he explicado aquí, pero... y después?
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¿Qué sucede después de contar las respiraciones durante un mes, o un año, o diez años?
Pues llega un momento en que la madurez ha sido alcanzada, la cuenta de respiraciones de forma completamente consciente llega a su clímax. Para el practicante ahora ya es muy sencillo entrar en modo "samádhico" (de samadhi) con la cuenta, de forma que ya ni siquiera cuenta tales respiraciones. La atención centrada en las inhalaciones y exhalaciones, en el aire que entra frío por los orificios nasales y sale expulsado caliente desde el interior del cuerpo sucede de forma natural y la mente está subyugada, fofa, ensimismada en la respiración.
Aquello que no es mente puede dar un paso más allá y de hecho lo hace, centrando la atención en el cuerpo, en la propia postura física. Sin perder la atención en la respiración, aquello que no es mente puede tomar consciencia del propio cuerpo, intimando con la postura, corrigiéndola si es necesario, tomando atención al mudra, a la tensión, al paladar y al mentón, a la nuca y los hombros, para que todo esté en su perfecto lugar.
¿Qué sucede después de contar las respiraciones y tomar consciencia de la postura durante un mes, un año o diez años?
Pues llega el momento en que la madurez ha sido alcanzada, la cuenta de respiraciones y la atención consciente al cuerpo llegan a su climax.
Aquello que no es mente puede dar un paso más y de hecho lo hace, centrando su atención en el tipo de ideas que siguen apareciendo (porque las ideas siguen ahí, apareciendo de forma natural, porque la mente ensimismada es "multitarea") sin dejar de tener consciencia del cuerpo y de la respiración. Las ideas vienen y van, y es el momento de examinarlas desde el microscopio.
Aquello que no es mente puede, y de hecho lo hace, tomar consciencia de la respiración, del cuerpo y mirar por el microscopio definiendo cómo son las ideas. Las ideas positivas o negativas, dulces o saladas, ácidas o alcalinas, todas ellas y con sus propios niveles de apego. Examinar esas ideas al microscopio sabiendo que son creaciones mentales naturales, que no pueden ser eliminadas, que no son creadas realmente por un "yo" sino que son expresiones, frutos de la existencia que son utilizadas para crear una consistencia personal, una historia insertada en la masa gris, una expresión universal, sanan al mundo. Estamos contribuyendo a sanar al mundo, sabiendo que quién lo hace no es un "yo" sino sólo una expresión vacía y sin forma, impermanente pero grandiosa en su totalidad.
Muchas veces la mente tomará el control, las ideas ya no seran examinadas al microscopio por aquello que no es mente y volverá el "yo". Entonces debemos darnos cuenta del asunto y parar.
Volver a empezar de nuevo. Primero la cuenta y así todo lo demás, de nuevo.
Y toda esta explicación a la que me cuesta llegar porque nada sé, salvo lo leído y la propia experiencia en la que realmente no hay nadie ahí para poder contarla como tal, es una burda explicación que sólo, repito, sólo puede ser experimentada, por lo cual...
Todo es mentira.
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martes, 20 de octubre de 2015
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